Mamás que trabajan en la Corporación: la maternidad hay que vivirla sin prejuicios, con amor y entrega de valores

Día de la Madre, una histórica festividad que se conmemora en gran parte del mundo:

Mamás que trabajan en la Corporación: la maternidad hay que vivirla sin prejuicios, con amor y entrega de valores

¿Cómo surge el Día de la Madre? ¿Por qué se conmemora? A través de testimonios de colaboradoras de la Corporación, estas preguntas se responden por sí solas debido a la trascendencia que tiene esta fecha en diferentes culturas mundiales. Al final, el consenso generalizado es: una persona se convierte en madre a través de una acción, no por el solo “título” biológico o lazo consanguíneo.

Día de la Madre, una histórica festividad que se conmemora en gran parte del mundo:

“Madre es un verbo. Es algo que haces, no algo que eres”.

Esta contundente y simbólica frase pertenece a Dorothy Canfield Fisher, una reformadora educativa estadounidense y autora exitosa de principios del siglo XX. Uno de sus libros más famosos es “Madres e hijos”, editado en 1914. La mencionada expresión que da inicio a esta crónica, es una clara muestra del rol que, hoy por hoy y en medio del Día de la Madre, ejercen las mamás en el mundo, en Chile y en La Florida.

Y es que ser mamá, en la actualidad, está alejado de los cánones tradicionales. Esos donde el “título” de madre solo se asignaba a quien daba a luz a un niño o niña. Ciertamente, hoy ejercer el rol de mamá, no solo se da por un aspecto biológico o de dar a luz, sino que está enmarcado en aquella persona que cría, cuida, educa, protege, alimenta y apoya a un pequeño o pequeña y que ve el transitar de este ser desde que es pequeño, hasta que se convierte en joven, adolescente y adulto.

Precisamente, ser mamá es un rol que está situado en el amor puro, genuino y desinteresado. Y lo puede ejercer alguien más allá del lazo consanguíneo. Puede ser una madre adoptiva, una abuela, una hermana, una asesora del hogar, una tía, una madrina, una prima, una hermana mayor, etcétera.

Por eso, el que la madre sea un verbo por lo que “hace” y no lo que “es”, le da consistencia a esta conmemoración mundial por el acto de amor, de fe, de confianza, entrega abnegada y de apego que se da en ese vínculo de cuidado y protección. Pues, la hermosa labor de ser “madre”, en el amplio sentido de la palabra, es un compromiso irrestricto de crianza individual y de dedicarse al crecimiento integral de otro ser. Por supuesto, bajo este escenario, una mamá “hace” y cumple ese rol durante toda la vida hacia quien tiene bajo su cuidado. Y ahí está la belleza del lazo eterno e indestructible.

“Saludamos con afecto a todas las mamás que trabajan en las dependencias de la Corporación, ya sea en Casa Central, en los liceos, colegios, jardines infantiles y Cesfam. Nos orgullecemos de ustedes, por esa dedicación y labor diaria de criar, educar y enseñar. Gracias por ejercer ese doble rol: el de madres y el de profesionales y colaboradores de nuestra institución”, comenta la secretaria general de la Corporación Municipal de Salud y Educación de La Florida, Janett Fernández.

Pero, ¿cómo surge el Día de la Madre? ¿Por qué se conmemora? Para responder a estas preguntas, primero es clave señalar que el Día de la Madre es una celebración internacional, pero cada país lo celebra en diferentes fechas. Ahora bien, este día nació en las civilizaciones antiguas, las cuales le rendían culto a la figura de la madre. En la Antigua Grecia, Rea no solo era la diosa de la fertilidad y la maternidad, sino que era considerada la madre de la humanidad por haber dado a luz a Hestia, Hades, Deméter, Poseidón, Hera y Zeus, informa el sitio de Historia de National Geographic.

Asimismo, el cristianismo reunió todo este hito en la Virgen María, cuyo día es el 8 de diciembre, llamado oficialmente Día de la Inmaculada Concepción. Con todo esto, en países de tradición cristiana, este era el día en que se alababa a las madres y así se mantuvo hasta bien entrado el siglo XX.

Ser mamá, sin un manual

Pero, este día, surge una pregunta cargada de emoción e icónica por su naturaleza: ¿Por qué se dice que mamá, hay una sola? ¿Por qué las madres son tan especiales? “Sabemos que, cuando somos madres, no tenemos un manual. Entonces, hacemos lo mejor que podemos, con las herramientas, los patrones y las vivencias que tenemos. No hay que romantizar la maternidad, sino que sentirla sin juicios de valores”, cuenta la asesora coach de la Corporación Municipal de Salud y Educación de La Florida, Gabriela Ascuí, quien tiene una hija de 20 años, la “Fran”.

Luego, profundiza su mirada respecto a cómo el rol de las mamás, se engrandecen en base a las vivencias: “Cuando miramos a nuestros hijos con autonomía, con decisión, escucharlos expresarse, miro y digo: no lo he hecho nada mal. Ahí siento que lo único que le puedo dejar son los valores, ese es el gran legado para mi hija, que ella todos los días aprenda a ser mejor persona”.

Para otra mamá de la Corporación, el “maternar” a otro, es un rol sumamente importante. Único e irrepetible. Y es que, desde estos conceptos, caben los distintos tipos de mamás. No solo la biológica. Por eso, en este día, se refuerza la idea de que las mamás son especiales.

“Es una labor de tanto sacrificio, entrega, donde uno deposita cada pedacito de uno en la crianza de otro ser humano, que espera y desea que sea lo más feliz posible. Es una labor incuantificable, impagable y muchas veces invisibilizada. 

Yo me convertí en madre hace ocho meses y mi bebé se llama Simona Eugenia. ¿Qué ha significado para mí ejercer este rol? Una experiencia nueva que, sin duda, me ha cambiado como persona y como mujer para mejor. Me ha puesto en la retina distintas habilidades y roles que jamás pensé que iba a poder tener”, confiesa la referente técnico de la Dirección de Salud de la Corporación, Stephanie Cantone. Las palabras claves para esta profesional en torno al rol de madre, son “el amor, la paciencia y el cariño”.

Una hija del corazón

La tradicional frase de que “mamá, hay una sola”, queda reflejada en los testimonios expuestos anteriormente. Pero hay una colaboradora de la Corporación que ejerce una bella maternidad como madre adoptiva. La trabajadora social de la Sala de Rehabilitación Física del Cesfam José Alvo, María José Gómez, tiene una hija de 12 años, Catalina. A ella la adoptó a los dos meses. “Mi hija se llama Catalina. Tiene 12 años 11 meses, toda una adolescente. Llegó a nuestras vidas después de dos años de proceso de adopción el año 2010. Ella tenía 2 meses cuando nos dieron los cuidados personales. Nosotros con mi esposo teníamos problemas de fertilidad. Cuando la catita tenía nueve meses supe que estaba embarazada, y así, después nació mi segunda hija, Javiera, así que tengo dos hijas: una del corazón y la otra biológica”, relata Gómez.

Luego, profundiza con el lazo que posee con ambas: “No hay ninguna diferencia en lo afectivo, o sea, eso no existe, ambas son mis hijas y las amo a las dos. Ser madre adoptiva sí es un poco más complejo en el sentido que uno sabe que se va a enfrentar a la situación de que va a querer conocer a sus padres biológicos y están en su derecho y eso puede ocurrir cuando cumpla la mayoría de edad. Entonces ahí si hay una diferencia”, explica esta trabajadora social, aunque precisa:

“No creo en ese dicho que madre hay una sola, hay muchas madres, de hecho, a mi hija mayor le digo que su primera mamá, la biológica, la cuidó nueve meses en su vientre y después estoy yo que la cuidaré toda la vida. También a veces uno ve la figura materna en una tía, abuela, incluso amigas; el rol de madre es esperar un amor incondicional y alguien que siempre estará ahí para uno”, reflexiona esta madre orgullosa.

En definitiva, este testimonio da cuenta de lazos e historias sin igual, que invitan a reflexionar acerca de la importancia de que, el rol de madre, se adquiere de muchas formas. Sin etiquetes. Sin prejuicios. Y sin un determinado contexto.

Solo basta el amor.

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